A veces hay que irse dando un portazo, y no mirar atrás mientras la casa se derrumba. A veces duele demasiado la huida, pero luele más renunciar a respirar por quien ni siquira se da cuenta de tu asfixia.
A veces hay que irse dando un portazo, y no mirar atrás mientras la casa se derrumba. A veces duele demasiado la huida, pero luele más renunciar a respirar por quien ni siquira se da cuenta de tu asfixia.